Cobán, Guatemala— Desde febrero, antropólogos forenses han hallado
alrededor de 400 restos humanos en una base militar en Cobán, Guatemala,
en lo que rápidamente se ha convertido en el descubrimiento de una de
las mayores fosas comunes clandestinas del país. Durante el conflicto
armado que azotó al país durante 36 años y que fue escenario de actos
genocidas, la base de Cobán sirvió como centro de inteligencia para la
coordinación de operaciones militares.
Pero lo que resulta extraordinario
del caso es que la base militar sigue activa aún a día de hoy: Efectivos
militares y policiales extranjeros acuden con regularidad a la base
para entrenar a tropas de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y
República Dominicana. [1] En 2006, la zona militar de Cobán fue
rebautizada con el nombre de CREOMPAZ, siglas para el Comando Regional
de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento de Paz.
La escalofriante historia de la
base militar de Cobán en Guatemala y la impunidad frente al exterminio
de hombres, mujeres y niños despliega un inquietante telón de fondo para
las “operaciones de paz” en la actualidad.
Por toda la capital guatemalteca
podemos encontrar vallas publicitarias o carteles en las paradas de
autobús que anuncian las excavaciones actuales. En el extremo derecho
del anuncio vemos a una mujer con una mascarilla observando un
instrumento médico. La misma fotografía en Los Ángeles podría servir
para anunciar un programa de pérdida de peso. En Houston, para
publicitar una clínica privada. Pero aquí no. En lugar de eso, el texto
en el margen superior reza: “¿Tienes un familiar desaparecido entre 1940
y 1996?” Y continúa: “con ADN los estamos identificando. Una muestra de
saliva es suficiente.”
La Fundación
de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) lanzó la campaña para, de
este modo, tratar de identificar los restos de los desaparecidos al
comparar su ADN con el de los familiares vivos. Los antropólogos de la
FAFG trabajan por toda Guatemala excavando, desempolvando, examinando y
finalmente exhumando restos humanos.
La zona de CREOMPAZ es una de las mayores excavaciones en activo.
“Nosotros llevamos un poco más de
400 trinches en las cuales hemos encontrado, creo yo ahorita, 60 fosas, y
hemos encontrado 426 osamentas, en su mayoría como en todos lugares son
hombres, pero también hay mujeres, pero en este lugar en específico, en
CREOMPAZ, también hay muchos niños”, explicaba José Suasnávar,
subdirector ejecutivo de la FAFG, durante una entrevista en Ciudad de
Guatemala en octubre. La FAFG es la única organización en Guatemala que
se dedica a la identificación de los cerca de 50.000 desaparecidos
durante el conflicto interno que vivió el país.
Se estima que la mayoría de los
restos hallados en la zona del CREOMPAZ pertenecen a miembros de
comunidades desaparecidos por todo el país. Hombres y mujeres
secuestrados por el ejército mientras iban a la tienda a comprar comida
para sus hijos, gente que una mañana cualquiera dijo adiós a sus
familias antes de ir a la escuela o al trabajo y de los cuales nunca más
se supo. Los exámenes de los antropólogos forenses revelan que las
personas que desaparecieron en diferentes regiones fueron trasladadas
por soldados del ejército a la base de Cobán para ser interrogadas y
torturadas y posteriormente convertirse en víctimas de una ejecución
extrajudicial acompañada de un entierro secreto.
Las exhumaciones en la zona del CREOMPAZ evocan imágenes de puro terror.
“La diferencia muy radical que
tenemos en esta base militar… aquí hay hasta 62 personas inhumadas en
una sola fosa, que representa un solo evento,”, afirma Suasnávar.
Según él, algunos restos exhiben
heridas de bala. La mayoría de los cadáveres presentan indicios de haber
sido amarrados y muchos muestran huesos que se rompieron, se curaron y
se rompieron nuevamente, lo cual indica que las víctimas fueron
torturadas e interrogadas, algunas durante largos períodos de tiempo,
antes de ser asesinadas y arrojadas a la fosa.
La
excavación de Cobán saca a la luz la cruda realidad del conflicto
armado guatemalteco, durante el cual los tildados de insurrectos
–activistas políticos y estudiantes, líderes indígenas o miembros de
comunidades, entre otros— fueron secuestrados y torturados en masa.
También hubo niños que fueron asesinados y luego arrojados a fosas
clandestinas en la base. Todo esto sucedió dentro de los límites
protectores de una zona bajo control militar.
De las 28 antiguas zonas militares
en las que la FAFG ha realizado excavaciones desde 1996, se han
encontrado restos humanos en 24. Algunas de esas excavaciones continúan
activas y aún quedan más bases, zonas y destacamentos que ser
investigados. La excavación en la zona del CREOMPAZ ha supuesto el mayor
descubrimiento de restos humanos en una base.
“Con la firma de la paz muchos de
los destacamentos o bases militares fueron reducidos y cerrados. Pero en
este lugar los militares se mantuvieron todo el tiempo”, afirma
Suasnávar sobre la base de Cobán. “Ellos nos dicen: 'No sabíamos que
esto había pasado, fue otro tiempo, fueron otras personas, ya lo
encontraron, ahora pues ni modo tienen que trabajarlo'. Ésas son las
palabras que nos dicen con respecto a los hallazgos. Pero la continuidad
en la estructura, en función, el control territorial que se hace en
esos lugares ha sido estrictamente militar”.
A pesar de las fosas comunes
halladas en la base, continúan los entrenamientos militares y
policiales, que cuentan con el apoyo de países como los Estados Unidos y
Canadá.
“Esta instalación tiene una especie
de rango de cuerpo militar de Naciones Unidas, de hecho los soldados y
oficiales que ahí se ubican en el caso del ejercito guatemalteco
utilizan el distintivo de los cascos azules”, declara Iduvina Hernández
Batres, de la organización Seguridad en Democracia (Sedem), con sede en
Ciudad de Guatemala. “Sin embargo, esto se está dando, y esta unidad
existe ahí en un terreno que, hoy día se ha documentado, constituyó un
enorme cementerio clandestino”, afirma.
En 2011, el Pearson Centre de
Ottawa organizó un taller en la zona del CREOMPAZ sobre “policía y
cooperación militar en operaciones de paz”.[2] El Ministerio de Asuntos
Exteriores y Comercio Internacional de Canadá y el Comando Sur de
Estados Unidos financiaron el evento conjuntamente. Algunos soldados
entrenados en el CREOMPAZ han servido en misiones de Naciones Unidas en
Haití y en la República Democrática del Congo.
Para algunos, como Ka’koj Ba Tiul,
profesor y antropólogo de la etnia Poqomchi’, el CREOMPAZ ha recibido un
lavado de imagen injustificado al rebautizar la base militar como
centro para el mantenimiento de la paz.
“Es una escuela de asesinos. Su
figura oculta es la formación de un cuadro de inteligencia militar
contrainsurgente”, afirma Ba Tiul, y llama al CREOMPAZ “la pequeña
Escuela de las Américas”.
“Hay instructores argentinos, hay
instructores chilenos, hay instructores colombianos, hay instructores
norteamericanos, y hay instructores israelitas aquí”, declaró Ba Tiul en
una entrevista en su casa, a poco más de una docena de kilómetros de la
base. “Ahí se esta adiestrando a todos aquellos que van a formar parte
del modelo contrainsurgente moderno para Guatemala, para Centroamérica”.
Dawn Paley es una periodista independiente. Para conocer más sobre su trabajo, visite dawnpaley.ca. Fotografía por James Rodríguez. Para ver más de sus trabajos visite mimundo.org. Traducido por Nicolás Olucha Sánchez.
[1] http://www.canadainternational.gc.ca/guatemala/development-developpement/start.aspx?lang=eng&view=d
http://alainet.org/active/59917