Los grandes poderes mundiales concentrados en Estados Unidos han emprendido una cruzada de recuperación, aseguramiento y transformación de sus posiciones en el planeta, empezando por las que permiten la actualización monroísta en América.
El despliegue de fuerzas sobre el gran Caribe como anclaje y zona de amortiguamiento a la manera de escudo de protección, ha seguido un trazado cuidadoso con dos rutas simultáneas, de penetración y envoltura.
Un avance por los ríos profundos ha llevado al establecimiento de redes capilares que lo mismo descosen y reafirman fronteras que abren nuevas vías en barrios y selvas. Rompen tejidos comunitarios preestablecidos y recomponen vínculos a través de nuevos campos de complicidad sustentados en una combinación de narcotráfico, narcoadicción, violencia, impunidad y paramilitarización. En un mundo sin empleo la sobrevivencia se ha trasladado a nuevas actividades que han modificado a la vez los comportamientos sociales, y que tienen la virtud de cambiar casi imperceptiblemente las reglas del juego político desde los intestinos de la sociedad, desde donde cualquier proyecto emancipador puede ser corroído. leer todo>>>