jueves 23 de diciembre de 2010

La militarización estadounidense en América Latina


Lori DeGolyer / The Prisma - Mariátegui
22/12/10


Los recientes esfuerzos llevados a cabo por Estados Unidos para incrementar todavía más sus capacidades en América Latina han provocado que muchos líderes en la región muestren su angustia y que incluso un grupo de países se oponga a Estados Unidos. Teniendo en cuenta el efecto que las fuerzas de Estados Unidos tienen en América Latina, Prisma ha hablado en exclusiva con Grace Livingstone, periodista y escritora especializada en cuestiones latinoamericanas.

Cuando el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, decidió no renovar la licencia con Estados Unidos con relación al centro antidroga en la base de Manta, la administración de Obama puso en práctica un programa en Colombia con el que se ha incrementado de forma masiva el número de bases estadounidenses en la región. De hecho, Colombia y Estados Unidos firmaron el 30 de octubre de 2009 un Acuerdo complementario de diez años para la Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad, permitiendo así el acceso estadounidense a siete bases militares colombianas.

Este acuerdo, junto con la reactivación de la Cuarta Flota en el Caribe y el Atlántico Sur, así como un acuerdo similar para establecer varias bases militares nuevas en Panamá y la todavía presencia militar estadounidense en Honduras, ha dejado a muchos líderes regionales profundamente preocupados, dado que, de este modo, Estados Unidos cuenta con un enorme potencial para actuar contra cualquier gobierno “anti-estadounidense” en América Latina. La reactivación de la Cuarta Flota después de que fuese retirada de servicio en 1950 constituye especialmente una preocupación para el presidente brasileño Lula da Silva, que teme que la flota entre en un área en la que acaban de descubrir petróleo.

La Base Aérea de Soto Cano (Palmerola) en Honduras, que en su momento sirvió como base operativa para la Contra, fuerzas paramilitares que la CIA entrenó, armó y financió con el fin de lanzar ataques contra los movimientos izquierdistas en América Central, sigue ocupada en la actualidad por el ejército estadounidense. Los ataques de la Contra se saldaron con muchos muertos, desaparecidos, torturados y heridos, así como dirigentes estadounidenses que supervisaron estas maniobras. La parte positiva es que muchos gobiernos se han estado oponiendo a Estados Unidos, negándole el acceso a las bases militares en sus países. En concreto, el presidente Manuel Zelaya alineó Honduras con los países del ALBA y ha dado un paso de vital importancia con el fin de reducir la presencia del ejército estadounidense en Honduras.
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