Ana Esther Ceceña et al.
Ay! Haití la negra, llorando está
Pablo Milanés
ALAI AMLATINA, 11/02/2010.- El 12 de enero de 2010 fue un día de mucha
incertidumbre, pero también de muchas confirmaciones. Puerto Príncipe,
lo más cercano a un centro urbano moderno en el país más pobre del
hemisferio occidental, amaneció con un terremoto de 7 grados de
intensidad que dejó al pueblo, al Presidente y al propio Dios sin casa,
al derrumbarse incluso el Palacio Presidencial y la Catedral.
Ese pequeño pedazo de La Española, pionero en la sublevación
independentista, se debate hoy entre una catástrofe económica que lo ha
sumido en la pobreza y le ha cancelado la autosuficiencia
alimentaria(1), una catástrofe natural comparable a un bombardeo nuclear
aunque sin efectos radioactivos, y una nueva ocupación que refuerza su
condición de colonia.
La inmediata respuesta solidaria de la comunidad mundial enviando
alimentos, medicinas y cobijas, se combinó con la presencia de médicos
cubanos que desde hace 11 años trabajan apoyando al pueblo de Haití y
que en estos momentos jugaron un papel central en la atención a las
víctimas. Las difíciles condiciones del país, no obstante, no
facilitaron la distribución rápida de la ayuda humanitaria, y los medios
de comunicación, en cierta medida liderados por la CNN, fueron colocando
como sentido común la idea de una situación de creciente caos e
ingobernabilidad, que justificaba la presencia militar no sólo de los
integrantes de la MINUSTAH(2), sobre terreno desde 2004, sino de nuevos
contingentes de ¡tropas de asalto!
Si bien al inicio se había autorizado a la MINUSTAH colocar hasta 6700
efectivos militares en Haití, ese tope fue incrementándose hasta
alcanzar el 30 de noviembre de 2009 una cifra de 9065 efectivos
uniformados, incluidos 7031 soldados(3) y 2034 policías(4), apoyados por
488 funcionarios internacionales, 1212 funcionarios nacionales y 214
voluntarios de la ONU. Esta Misión, con un presupuesto anual promedio de
600 millones de dólares, ha sido denunciada por la organización inglesa
Save the Children (No one to turn on to, 2008) por las sistemáticas
violaciones sexuales, maltrato o incitación a la prostitución de niñas y
niños haitianos, además de ser denunciada por organizaciones de derechos
humanos y misiones de observación de la sociedad civil por los
atropellos que con toda impunidad se cometen en nombre del
restablecimiento de la paz.
Fuerza supuestamente de paz compuesta por uniformados de muchos países,
notoriamente latinoamericanos, la MINUSTAH ha sido repudiada desde un
inicio por la población haitiana por tratarse de una imposición que
conculca las facultades de autodeterminación y el ejercicio de una
democracia plena en Haití, además de estar autorizada para reprimir a
los haitianos hasta en caso de sospecha.(5)
Hoy, en una jugada muy audaz, es directamente el Comando Conjunto de
Estados Unidos, a través del Comando Sur, quien se erige como autoridad
suprema controlando movimientos aéreos, marinos y terrestres. La
MINUSTAH y sus efectivos quedan bajo las órdenes de las divisiones del
Comando Sur en virtud de la atención al desastre.
Nadie objeta estos movimientos del ajedrez del poder hegemónico que en
muy pocas horas transformaron la geopolítica continental. La comunidad
internacional parece haberse hecho cargo de Haití como si fuera un
desierto sin capacidad de organización propia desde 2004, y mucho más
ahora después del terremoto. La comunidad internacional parece aceptar
que las disposiciones de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos son
universales y que las tropas son necesarias para apaciguar a ese pueblo
indómito.
Descartando la hipótesis de que el propio Estados Unidos haya provocado
el terremoto,(6) lo cierto es que unas horas después del desastre ya
estaba en suelo haitiano la dramáticamente célebre 82 División
Aerotransportada del ejército de Estados Unidos, responsable de las
invasiones a Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989), y, para
el 26 de enero, el número de soldados que e movió hacia Haití, sumando
los que hay en tierra y mar, asciende a 12500.(7) Nadie sabe a ciencia
cierta qué función puedan estar cumpliendo los integrantes de una
brigada netamente ofensiva, equipada con armamento sofisticado que
incluye misiles, y con capacidad de neutralización y aniquilamiento de
fuerzas vivas y la toma de territorios en muy breve plazo. Es decir, una
fuerza de asalto de respuesta rápida. Habría sólo que recordar que en
Granada y Panamá se trataba de operativos de invasión y ahora de uno, en
principio, humanitario.
Dadas las circunstancias podría en verdad hablarse de una invasión
limpia, al no necesitar despliegue de fuerza aérea y artillería para el
bombardeo previo. El terremoto hizo el trabajo sucio, sin bajas para el
invasor.
No hay mejor teatro de operaciones.
Estados Unidos desplegó eficientemente todo un operativo de guerra y se
ha ocupado mucho más de controlar que de apoyar. Se hizo cargo de las
comunicaciones controlando no sólo el aeropuerto sino todos los
movimientos en las costas, al punto que el Vicepresidente de Bolivia,
Álvaro García Linera, sostiene que Estados Unidos“…está aprovechando una
desgracia terrible de un pueblo hermano para asentar presencia militar
permanente, en una estrategia de militarización, de control en el
continente”(8), y el presidente Evo Morales está llamando a una reunión
de las Naciones Unidas para detener la escalada. Pero ni la ONU está en
condiciones de interpelar las decisiones interventoras de Estados
Unidos, ni los halcones están en disposición de soltar la presa. El
imperio ha tomado muy en serio la pérdida estratégica que han
significado los procesos revolucionarios recientes en Latinoamérica.
Además del buque hospital USNS Comfort, con cerca de mil elementos de
personal médico que curiosamente atienden sólo alrededor de 100
pacientes diarios, se colocó en las costas de Haití, que por la cercanía
(74 km.) son también las costas de Cuba, un portaviones nuclear (USS
Carl Vinson) y dos buques de asalto anfibio (USS Bataan, USS
Nassau).Todas estas naves, en realidad, son bases militares itinerantes
que complementan las posiciones en tierra y que otorgan una mayor
versatilidad y flexibilidad a las redes de control militarizado.
De acuerdo con información oficial, se han creado oportunamente dos
nuevas Fuerzas de Tarea:
El Comando Sur de Estados Unidos ha establecido la Fuerza de Tarea
Conjunta- Haití (JTF-H) para observar los esfuerzos de ayuda de los
militares de Estados Unidos en Haití y ha nombrado al Teniente General
del Ejército de Estados Unidos Ken Keen(9) como su comandante. Más de
20000 militares norteamericanos, 23 navíos y más de 120 aviones están
apoyando las operaciones para proveer ayuda y cuidado a más de tres
millones de haitianos afectados por el terremoto del 12 de enero.(10)
La otra Fuerza de Tarea, la 48, tiene sede ni más ni menos que en Cuba,
en la base de Guantánamo, y por ahora se ocupa de coordinar “…los
activos de tierra y aire para entregar oportunamente la ayuda
humanitaria a Haití” según Patricia Wolfe, comandante de la Fuerza,
quien recuerda que:
El suministro oportuno de esta ayuda es sólo posible por la estrecha
proximidad de la Base Naval de la Bahía de Guantánamo (GTMO) con el área
afectada. GTMO es obviamente una posición clave para atender los
requerimientos estratégicos en esta región.
(http://www.navy.mil/search/display.asp?story_id=50733)
De manera que si esto no es una ofensiva de guerra contra Haití tal vez
sí lo sea para sus vecinos. Las nuevas posiciones ocupadas no sólo
rodean el Caribe sino que cortan el paso entre Cuba y Venezuela y,
mediante triangulaciones con las bases de la zona crean condiciones de
aislamiento para cada una de las islas caribeñas.
Cuba, por lo pronto, queda cubierta por todos los flancos.
Con estas dos nuevas Fuerzas de Tarea a partir del desastre, una con
sede en Haití y otra ubicada en Guantánamo, se puede pensar que estamos
en el inicio de una reorganización completa de la estrategia militar en
esta región o, por lo menos, de una reorganización operativa con miras
más ambiciosas que en el pasado, y preparando condiciones de
intervención inmediata en cualquier situación y lugar que así lo
requiera, desde su perspectiva, en el área.
Con las viejas y nuevas bases en Colombia, las potenciales bases en
Panamá, Palmerola, Guantánamo, Aruba y Curaçao, Estados Unidos tiene una
situación de total control de movimientos en la región caribeña, o
amazónico-caribeña. México queda cercado en el Golfo y sometido por la
Iniciativa Mérida, y en coordinación con Colombia como parte del
corredor de contención que Estados Unidos ha ido propiciando para
detener los procesos de transformación en el continente.
Buena jugada! Haití queda ocupado, Cuba rodeada, la IV flota ondeando
sus banderas en todo el Caribe y Venezuela acosada.
Pero en el Caribe no hay guerra. El Caribe es una zona de paz… y
catástrofes.
- Ana Esther Ceceña, Humberto Miranda y equipo de investigación del
Observatorio Latinoamericano de Geopolítica (http://www.geopolitica.ws).
Colaboraron estrechamente en este trabajo, David Barrios y Rodrigo Yedra.
Notas:
(1) Hasta los años 70 del siglo XX Haití fue autosuficiente en arroz,
que es la base de la alimentación. A partir de entonces y como producto
de una combinación de políticas neoliberales, se perdió la suficiencia
al punto que hoy se importa más del 80 % del arroz que se consume. Pero
en general de una dieta alimenticia que se producía en un 90 % dentro
del país, hoy se importa el 55 % (Rodríguez, José Luis, citado en
Sánchez, José Tomás, ¿Qué hacemos en Haití?, http://www.ea.com.py).
(2) Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití.
(3) Los países que aportan personal militar, con Brasil a la cabeza,
son: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, Estados Unidos,
Filipinas, Francia, Guatemala, Jordania, Nepal, Paraguay, Perú,
República de Corea, Sri Lanka y Uruguay.
(4) Países que aportan personal policiaco: Argentina, Benin, Bangladesh,
Brasil, Burkina Faso, Camerún, Canadá, Chad, Chile, China, Colombia,
Côte d'Ivoire, Croacia, Egipto, El Salvador, España, Estados Unidos,
Federación de Rusia, Filipinas, Francia, Guinea, Jordania, India,
Jamaica, Madagascar, Malí, Nepal, Níger, Nigeria, Pakistán, República
Centroafricana, Rwanda, Rumanía, Senegal, Serbia, Sri Lanka, Suiza,
Togo, Turquía, Uruguay y Yemen.
(5) La sospecha se ha ido instalando como elemento de justificación para
acciones punitivas de parte de las fuerzas públicas, negando así las
atribuciones de las instancias de justicia. En el caso de las misiones
humanitarias o de paz, cuyo propósito debería ser restablecer y/o
garantizar las condiciones para un funcionamiento regular de las
instituciones democráticas, no debería permitirse tal grado de impunidad
a las tropas que están autorizadas a disparar si creen que alguien
parece sospechoso.
(6) Lo mismo ocurrió con el ataque a las torres gemelas. Algunos
investigadores y periodistas han sostenido que se trató de un
autoatentado para justificar los cambios drásticos de política militar
que le sucedieron. Y en este caso ya circulan escritos basados en
informaciones sobre el Proyecto HAARP con base en Alaska, sosteniendo la
hipótesis de la capacidad de generar cambios climáticos y catástrofes
como el terremoto en Haití.
(7) http://www.abn.info.ve/noticia.php?articulo=217451&lee=16
(8) “Bolivia teme que Haití se convierta en otra base militar
estadounidense”. En DiarioCoLatino.com, San Salvador, enero 28, 2010.
http://www.diariocolatino.com/es/20100119/internacionales/75895/
(9) Ken Keen es el Military Deputy Commander (Comandante suplente o
adjunto) del Comando Sur y tiene amplia experiencia en la región, además
de haber comandado la Fuerza de Tarea Ranger en la Operación Tormenta en
el Desierto y de haber formado parte del Comando Conjunto del EUCOM en
2007-2009. Se trata de un militar de la más alta categoría y experiencia
en zonas de guerra y conflicto, en plenas funciones, con trabajo
reciente en áreas de alto riesgo estratégico. En América Latina fungió
como Oficial de las Fuerzas Especiales en Panamá (1977-1980); Oficial
del Grupo de Entrenamiento Militar en Honduras (1980); Comandante del
Grupo Militar de Estados Unidos en Colombia (2001-2003); Comandante del
Ejército del Sur de Estados Unidos (2005-2007) y estudiante en el
Comando Brasileño y el Colegio del Comando General en Brasil (Brazilian
Command and General Staff College) (1987-1988).
(http://www.southcom.mil/AppsSC/pages/dcdrBio.php). No hay que descuidar
este último dato y los vínculos que implica, sobre todo teniendo en
cuenta el papel de las Fuerzas Armadas brasileñas como comandantes de la
MINUSTAH.
(10) Consultado en la página de internet del Comando Sur el día viernes
29 de enero de 2009 http://www.southcom.mil/AppsSC/factFiles.php?id=138