La Secretaría del Grito de los Excluidos/as Continental, se une a las muchas de voces de solidaridad con el pueblo haitiano que se levantan por el continente americano y por el mundo todo, frente a la magnitud del terremoto del pasado 12 de enero que ha destruido Puerto Príncipe y otras ciudades de nuestra hermana nación caribeña. Expresamos nuestro más profundo dolor por la suerte de las miles de víctimas y damnificados/as en esta hora trágica.
En medio del dolor y la angustia que marcan el momento y de las tareas urgentes para salvar vidas y socorrer heridos (as) , es importante que los movimientos sociales y organizaciones civiles exijan de la llamada “comunidad internacional”, una acción rápida y decidida de corto, mediano y largo plazo para la reconstrucción de Haití. No podemos olvidar que la precarísima situación social haitiana, de donde se deriva realmente la gigantesca magnitud de esta catástrofe, es resultado de dos siglos de violento colonialismo, intervenciones militares y despojo social y económico que han llevado a nuestro hermano país a ostentar el triste título del “país más pobre de las Américas”, todo lo cual se ha agravado en las últimas dos décadas con la aplicación salvaje de los programas de ajuste neoliberal en la economía y sociedad haitinana y con el mantenimiento de una deuda externa ilegítima que sangra los recursos de la nación, con la devastación del medio ambiente y de la agricultura y con la imposición de los intereses de las compañías transnacionales.
Las grandes potencias colonialistas (Francia y Estados Unidos, en destaque) que han empobrecido y violentado a la sociedad haitiana durante siglos, tienen una responsabilidad directa e ineludible no solo de socorrer a las víctimas del terremoto, sino de canalizar recursos suficientes para la reconstrucción del país, respetando de una vez por todas la soberanía y la autodeterminación haitianas. En lo sucesivo, se impone una responsabilidad histórica para los gobiernos de esas potencias y de los países latinoamericanos, que no puede limitarse a la donación pasajera de recursos para las tareas de socorro. Reconstruir Haití tendría costos infinitamente menores que los usados para la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial y serían una fracción ridículamente pequeña de los gastos militares de Estados Unidos y otros países que mantienen onerosas estructuras militares en funcionamiento. Además, dicha reconstrucción no puede hacerse, bajo ninguna circunstancia, de forma que perpetúe el control colonial sobre Haití imponiendo nuevas condiciones y nuevas deudas sobre dicha nación.
Finalmente, es necesario mantener en alto la lucha por la reparación histórica y anulación de la deuda externa que pesa sobre Haití, así como alertar ante los previsibles intentos que vendrán por legitimar la intervención militar de la MINUSTAH, que ahora pretenderá presentarse como la única fuerza capaz de contribuir a la atención de la crisis post-terremoto. Debemos seguir insistiendo en la ilegitimidad de esa fuerza de ocupación instalada en el país desde el 2004 y que ha contribuido en muy poco al mejoramiento de la situación política y social del país.
No es menos importante que las organizaciones y movimientos recaudemos fondos y materiales de primera necesidad que puedan ser enviados a Haití de forma urgente; asimismo, canalizar recursos y acciones de solidaridad a través de los canales que han indicado organizaciones como Jubileo Sur y PAHDA, que están en el lugar de los hechos y que pueden ayudar a identificar las necesidades y la mejor forma de hacer llegar estos esfuerzos solidarios.
Nos unimos también al dolor por el fallecimiento en Haití de la señora Zilda Anrs, fundadora de la Pastoral das Crianças en Brasil, cuyo legado de amor y lucha seguirá vivo entre nosotros y nosotras por siempre.
Sao Paulo, Brasil, 15 de enero 2010
Secretaría Grito de los Excluidos/as Contienental
¡Por Trabajo, Justicia y Vida!